miércoles, 20 de enero de 2010

Llega Rodolfo Häsler a Bolivia

A tan sólo veinte días de lo que será el Festival Internacional de Poesía Bolivia 2010, el poeta español Rodolfo Häsler ha confirmado su participación.

El autor de Poemas de arena (1982) y Tratado de licantropía (1988), entre otros, llegará a Bolivia y participará en las diferentes actividades del Festival en La Paz y Oruro.

Poeta y traductor, Häsler nació en Cuba y reside actualmente en Barcelona. En 1993, obtiene dos premios: el Premio Aula de Poesía de Barcelona por su poemario Elleiefe, y el Premio Oscar B. Cintas Fundation en Nueva York por su libro De la belleza del puro pensamiento.

A continuación, compartimos con ustedes dos poemas de este imperdible escritor.



Sueño del baño turco
“Ô parfum chargé de nonchaloir!”
Les fleurs du mal. Charles Baudelaire

Sólo una orden puede interrumpir la indolencia femenina,
la fantasía del ojo que abarca la magnificencia del harén,
goce de la mujer con su turbante. La tibieza de los cuerpos
es una flor extraña en el sueño de las más jóvenes
ajenas a la bárbara melodía de laúd y pandereta.
Las hay georgianas, circasianas, eslavas, entre las favoritas
al gusto del señor que todo lo dispone.
La escena no cabe en la lujuria del imponente mirón,
predomina el olor sutil de almizcle en el óvalo perfecto.
La inclusión de la mirada que determina el placer del hombre,
el oscuro dintel de entrada a lo desconocido,
la dolorosa impotencia del sultán poderoso.



El inquilino
(a Paul Bowles)

Sonaba en la calle una grabación de la cofradía gnauaen un charco turbulento
y el inquilino se despertó confuso,
con profunda sensación de desamparo.
Paseó la vista por la habitación en penumbra
y advirtió que aún faltaba hasta que le sirvieran
su acostumbrada infusión de especias,
y con el corazón fúnebre de una rosame confesó que se durmió vestido.
Le dije que yo también me despertaba
con sabor a arena en la boca
y que nunca había asistido a una ceremonia secretade ñáñigos en Cuba. Él sí.
El día había comenzado con signo favorable
y de nuevo se escuchó la música en la calle,
un grito de mujer, y las palabras dejaron de contar
para ser dulce deleite del idioma
en el bochorno salobre de la tarde.

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